viernes, 29 de abril de 2011

El divino gato egipcio







El divino gato egipcioEnviado por LunaBruna el Dom, 28/12/2008 - 18:31.


Egipto, el gato divinizado

Probablemente por su acreditada habilidad para proteger los graneros de la voracidad de los roedores y también por ser un habilidoso cazador de serpientes, fue aceptado en los hogares y domesticado. Pronto aquel gato apacible que ronroneaba hecho un ovillo y estaba siempre presto y atento a defender la casa de los ratones, conquistó el favor de las familias egipcias y el corazón de sus amos. Recibió diversos nombres como MAU o MIU, aunque el nombre común que con más frecuencia aparece en los jeroglíficos egipcios es Qato, del cual proceden el clásico cattus romano, el griego katos o el árabe quett, además de los modernos gato, gatto, katta, katze, kat, cat, chat etc.





Gatitas y gatitos de bronce, felizmente acomodados en sus hogares egipcios.



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El nombre del gato.

(Cita tomada de http://www.egiptologia.com/content/view/462/73/)

“MIU-AAU (MIUTY)



ICONOGRAFÍA: Gato armado con un cuchillo, aniquilando a la serpiente Apofis.



Con este nombre o bajo epítetos derivados, se agrupan varias divinidades del Mundo Subterráneo ya que el origen de esta denominación no deja de ser curiosa ya que nace del vocablo “Miu”, que en egipcio antiguo servía para designar la palabra “gato”. Es una perfecta onomatopeya. Más tarde, figura en cualquiera de los libros religiosos o geográficos del Más Allá, como una deidad perteneciente al ámbito solar, ya que los felinos representaban siempre al sol y a los defensores de éste. Generalmente cumplían la labor de eliminar, sobre todo, a las serpientes malignas, animal que por otra parte fue el que con más frecuencia y ferocidad atacaba al Sol. Por ello y cumpliendo el papel del “Gran Gato de Heliópolis”, se encuentra al pie de una peséa (o árbol ished ) armado con un cuchillo y aniquilando a la serpiente Apofis, serpiente que cada día intenta interrumpir el periplo solar.

Por otro lado, en los Textos de los Sarcófagos, se explica con precisión que el “Gran Gato” es el aspecto defensor del dios solar.”

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Más adelante, por su capacidad para ver en la oscuridad y el enorme agrandamiento de sus pupilas, se le vinculó directamente con el sol y la luna, con el ritmo de las mareas y los ciclos de fertilidad de la tierra, por lo que adquirió un status casi divino.

Su vinculación con la divinidad le procuró la protección de las leyes y surgió en torno a él un culto que se personalizó en la diosa gata Bastet, hija de Isis y de Osiris que añadía a los atributos de sus progenitores los suyos propios: la sensualidad y la fertilidad. La Diosa-Gata BASTET aparece representada con cuerpo humano y cabeza de gato, habitualmente vestida con túnica larga de escote en pico y encajes muy elaborados. Fue venerada durante casi 2.000 años, siendo Bubastis, hoy Tell-Basta, el principal centro de culto a la diosa.





La diosa Bastet y sus gatos

La muerte del gato de la casa constituía una auténtica tragedia. La familia se ponía de luto y se afeitaba la cabeza y las cejas. El animal era embalsamado y enterrado en importantes necrópolis gatunas como la descubierta en 1888 en la ciudad de Beni Hasan en la que se hallaron cerca de 300.000 momias de gato embalsamadas, algunas de ellas metidas en sus pequeños sarcófagos de forma gatuna.

Sarcófagos


Como aquello ocurrió en un tiempo en el que las momias estaban muy solicitadas, pensaron hallarse los descubridores ante un tesoro inesperado, y más de veinte toneladas de momia de gato fueron embarcadas en las bodegas de un carguero rumbo a Liverpool, donde fueron subastadas y utilizadas como fertilizante de la campiña inglesa.

Momias halladas en la necrópolis de Beni Hasa
El gato egipcio, precioso y divinizado, estaba extremadamente protegido por las leyes y era considerado patrimonio nacional. Las leyes penaban con la muerte a los contrabandistas que osaran sacarlo de las fronteras de Egipto, pero era un bien tan valorado y deseado que no fueron pocos los aventureros y comerciantes que intentaron ‘robar’ tan preciada joya hasta que al fin lo consiguieron. Ya en el siglo I lo encontramos en los hogares romanos y griegos, poco después en la Galia, Britania, Hispania… Y pronto, perfectamente asentado en toda Europa.

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